Gerardo Boué emprendió desde hace años una batalla inusual y de largo aliento. Primero como arquitecto; después como orquestador de un espectro de acciones mucho más amplio que han convertido gran parte de su práctica profesional en un compromiso personal focalizado en la revitalización del Centro Histórico de la Ciudad de México
Por Marcos Betanzos @MBetanzos
Egresado de la Universidad Anáhuac, recibió en casa el mensaje de respetar y valorar esa zona de la ciudad por todo su valor histórico y cultural, también por su significado familiar: su padre había estudiado ingeniería en el Palacio de Minería y participó en el patronato de su restauración; escuchó de él, y de sus grandes maestros como Luis Ortiz Macedo, José Luis Calderón, Sara Topelson y Vicente Mendiola, su interés, gusto y pasión por los recintos y espacios que alberga el primer cuadro de la ciudad.
Se involucró en 1998 con el Fideicomiso del Centro Histórico realizando diversos estudios como el programa para la recuperación de la vivienda y en el 2000 formó parte del Programa de vivienda media del Corredor Financiero del Centro Histórico. Aprendió desde ahí, estrategias para trabajar reciclando edificios en un entorno histórico especifico, considerando las dinámicas sociales, los nuevos códigos urbanos y las normas complejas que van impactando (paralizando, a veces) lo legal, lo arquitectónico y lo financiero. Esa triangulación tan compleja de dominar.
Sin embargo, a su capacidad personal de exploración incesante se le sumó el afinado olfato desarrollado por años, para detectar oportunidades inusuales y convertirlas en proyectos rentables con aportaciones especificas a la ciudad; una ciudad transformada, con diversos grupos sociales en busca de flexibilidad, conectividad y permanencias más cortas. Su apuesta por encontrar un nicho de mercado resultó lenta pero acertada y coincidió con una metrópoli inscrita en una agenda de recuperación de espacios públicos, de movilidad y de dignificación del centro histórico. Esas convergencias han producido como resultado 122 viviendas nuevas en cuatro años.
Para Gerardo Boué, se trata de un trabajo muy complejo y especializado que inicia al encontrar propiedades que estén libres de problemas legales, que cuadren con la factibilidad financiera para la inversión y que sean dirigidas a un mercado adecuado. Después viene “lidiar con las reglas establecidas en cuanto a diseño o procedimientos constructivos, promover dinámicas sociales positivas que no produzcan gentrificación y finalmente concluir la gestión de lograr todos los permisos frente a las autoridades”.
El sexto edificio recuperado por su despacho se encuentra en proceso. Nuevamente un proyecto de usos mixtos con una planta baja activa que busca refrendar la confianza en esta iniciativa de rescatar y revitalizar sectores del centro de la ciudad con características similares. Sin embargo, la mirada y el análisis ya está en otros casos de estudio fuera de la capital del país: centros históricos como el de la ciudad de Puebla que presentan condiciones de valor extraordinario, una economía dinámica y edificios portentosos susceptibles de transformación.
La promesa de devolver la vida al corazón de las ciudades, los sectores largamente desairados que merecen tener una nueva oportunidad de significar y servir. El enfoque de una acupuntura más pragmática que romántica, eficiente, eficaz y sin acrobacias. Lo necesario para hacer justicia al lugar que tanto vale y que tanto se ama.
Fotografías
de Marcos Betanzos
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