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Por Marcos Betanzos @MBetanzos
El optimismo ha comenzado a menguar al ritmo de quienes buscan retomar la cotidianidad de la vida. Para la parálisis gubernamental y la burocracia de las autoridades se trata de sobreponerse con porras, dosis fe y mucha buena vibra, pero para quienes viven desde hace casi dos meses en la incertidumbre y el vacío, la vida ha cambiado, ya no puede retomar su cotidianidad. El vacío que se quedó no es sólo el de las pérdidas humanas, a esto -que ya es suficiente dolor- se añade el vacío que provoca la incertidumbre legal, económica o la imposibilidad de volver a casa.
Ante la espera infinita de una respuesta oficial, de un dictamen estructural, de la revisión de un inmueble, la opacidad comienza a ganar posición en el manejo de recursos para las familias e inmuebles dañados. ¿Estábamos preparados? Visiblemente, no. Nada alcanza, las soluciones recaen en créditos inverosímiles, en vales de renta irreales, en panfletos de partidos políticos, el andamiaje para la comenzar la reconstrucción no puede soportar la cantidad de oportunismos y corruptelas que quieren hacer uso de él y que por si fuera poco parecen tener como objetivo primordial eliminar todo rastro de impunidad y responsabilidades adquiridas antes que tomar este suceso inevitable e impredecible como un punto de inflexión para estudiar la complejidad de los problemas que desató, uno de ellos –que no es el único- recae en la confianza: ¿Cómo se reconstruirá ésta en las autoridades que fallaron en garantizar la seguridad de los ciudadanos a través de complicidades y negligencias? Y si no fue por eso, ¿de qué manera se producirán las certezas para mitigar las especulaciones que día a día se alimentan del miedo?
Marcos Betanzos |
La desconfianza está llegando al límite de la paciencia y hay razones de sobra. Aún en la Ciudad de México hay damnificados del sismo de 1985, el desaliento de quienes ahora son damnificados tiene argumentos y certezas que comienzan a robustecer una crisis social de confrontaciones entre particulares. La ciudad el día de hoy está bloqueada, se pone a prueba la resistencia de la empatía y la solidaridad.
La silla rota |
Por ello, reestructurar, demoler, o rehabilitar no sólo son acciones aplicables a los edificios de nuestras ciudades, bien podrían emplearse a todas las estructuras de gobierno que además de acreditarse nuevamente tendrán que conducir los trabajos para resarcir las grietas sociales producidas. En un país tan dividido como el nuestro, esa será parte del mayor costo de la tragedia.
La silla rota |
Podemos adelantar una predicción que es casi una certeza: habrá otro sismo en la ciudad de México, con características similares a las de 1985. Lo anterior, escrito por Cinna Lomnitz en 2004, es una realidad irrefutable aún vigente, ahora con el obligado tránsito histórico de 2017. Estamos advertidos y nuevamente no estamos preparados.
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