En una ciudad medianamente próspera, sin lujos ni opulencias pero bien estructurada, respetuosa e incluyente con sus habitantes, las banquetas no sólo son piezas fundamentales de su sistema de correlaciones ciudadanas, económicas, urbanas y políticas, son el escenario de equidad y garantía de los derechos más elementales como el libre tránsito y la seguridad de las personas al recorrerla
Por Marcos Betanzos @MBetanzos
Un sistema de ciudad en fusión con la
acción cívica, el engranaje entre lo público y lo privado, origen de la ciudad
al salir de casa. Sin embargo, nada parece alinear los esfuerzos por consolidar
una verdadera ciudad –no digamos absolutamente peatonal- por lo menos,
dignamente transitable. Las fatalidades de peatones hasta el día de hoy se
encuentran entre las tres primeras causas de muerte a nivel mundial.
Nuestras banquetas, generalmente son un verdadero desafío para el peatón, un peligro constante y una ilustración del grado de desigualdad que prevalece en nuestras ciudades aceptado tácitamente. Si pensamos que todos en algún momento podremos ser discapacitados, el asunto se vuelve más grave: no existe ni inclusión ni seguridad. Lo que dicen las banquetas ilustraun discurso nacido en la indiferencia, el cual alcanza los niveles más altos de la segregación social a través de la seguridad peatonal. Y es que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud: “La seguridad peatonal es también un problema de justicia social ya que las personas con un nivel socioeconómico bajo tienen más probabilidad de estar involucrados en un hecho de tránsito que sus homólogos con mayor posición económica”.
¿Cuál es nuestro escenario? El Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) ha señalado que 9 de cada 10 personas que viven en la Ciudad de México afirman que existen dificultades al caminar por la vía pública. Si somos optimistas podemos afirmar que el caso de la flamante CDMX es el más evidente pero no el más grave si ponemos en la misma balanza que aún existen escenarios donde estos temas no aparecen ni en la exigencia pública ni en la agenda de gobierno. No lo somos.
Mi optimismo es reducido y lo que veo en medio de un desastre donde se intenta renovar las banquetas de la Ciudad de México es una anárquica orquestación de un plan de trabajo improvisado, donde delegados, jefe de gobierno y dependencias parecen compartir por hacer el peor de los trabajos dejando huella de su incompetencia para llevarlos a cabo. En la ciudad de Mancera, de Monreal –y otros delegados-, de la Autoridad del Espacio Público y de la SEDUVI cada quien le reza a un santo distinto, cada banqueta se diferencia de la otra, en calidad, material y rapidez de construcción. Mención aparte merece la descarada sumisión a la que se sometió esta administración en casos como el de Masaryk. Las banquetas hablan de que existen ciudadanos de primera y los demás; de que el maquillaje se ha convertido en un sistema confiable de propaganda política y de opacidad financiera. Tanta obra tan improvisada deja tras de sí una estela de corrupción, el método les es infalible.
La ciudad es una ofrenda a los ojos, dispensa goce o desesperación, ennoblecimiento, orgullo, o indignación, asco, indiferencia, bienestar o fatiga. Eso es cuestión de elección de formas, diría Le Corbusier. En las formas, lo que dicen las banquetas es que nadie puede, ni tiene la capacidad de orquestar en la unidad mínima de la estructura pública de la ciudad. ¿Con qué ánimo nos exigen confiar funcionarios, dependencias, y gobernantes en proyectos mayores cuando lo verdaderamente mínimo no se puede hacer de la forma correcta?
Ineficiencia, disputas internas, intereses particulares y agendas distintas de propagandas entre los que saben que saldrán de la ciudad y sus años de gobierno y los que confían en llegar a imponer su nuevo régimen. De esto, y no sólo de una ciudad dañada y menospreciada nos hablan a diario las banquetas.
Fotografías: Marcos
Betanzos.
LAS BANQUETAS DEBEN DE SER POR NORMA IGUALES, SON DE LA CIUDAD, NO DE LA DELEGACION, NO DE LA COLONIA, NI DE UNA ZONA EN PARTICULAR, Y SIENDO ESPACIO PUBLICO NINGUN PARTICULAR PUEDE MODIFICAR LA ESPECIFICACIÓN NORMATIVA. EL CASO DE LOS ARROYOS VEHICULARES HOY POR HOY SOLO TIENEN DOS CRITERIOS, ASFALTO O CONCRETO HIDRÁULICO, SI ACASO CON TEXTURTA DE ESTAMPADO COMO EN ALGUNOS SITIOS POR EJEMPLO CENTRO HISTÓRICO, AUNQUE EN OTROS HAY PAVIMENTOS DE PIEDRA POR CRITERIOS DE PATRIMONIO HISTÓRICO URBANO, PERO ESTA NORMADO CON BASE EN EL USO, TRAFICO Y TIPO DE VEHICULOS AUTOS, AUTOBUSES, TRANSPORTE DE CARGA, Y OTROS QUE CIRCULAN. NO PONGO EJEMPLOS PORQUE MUCHOS DIRÁN, QUE SON PAISES DESARROLLADOS, PERO TAMBIEN LOS HE VIVIDO EN CIUDADES ALEJADAS DEL DESARROLLO. LA CIUDAD DE MEXICO Y TODAS NUESTRA CIUDADES DE PAIS, REQUIEREN Y MERECEN BANQUETAS UTILES, HABITABLES, CON ESPECIFICACIONES ADECUADAS. TODOS CAMINANDO SOMOS IGUALES Y AS PEROSNAS CON CAPACIDADES DIFERENTES MERECN CONSIDERACIÓN. CUANTOS CORPORATIVOS DECIDEN PONER ACABADOS DIFERENTES EN SUS BANQUETAS PORQUE NO HAY NORMAS Y SI LAS HAY NO LAS RESEPTAN, Y LA AUTORIDAD CUALQUIERA LAS ACEPTA PORQUE SON SUPUESTOS DONATIVOS O APORTACIONES, QUE PUEDE HABERLOS DONATIVOS PERO SOLO SE DEBEN RECIBIR COMO SE NECESITAN
ResponderEliminar