La realidad y los sueños eternos
En medio
del paisaje paradisiaco de Bacalar, un pequeño poblado que se encuentra en el
estado de Quintana Roo, se mantiene de pie y soportando el paso del tiempo una
de las ruinas arquitectónicas más llamativas de la región: un gran complejo
hotelero, club privado y centro de terapia medica que prometió servir de forma
exclusiva a unos cuantos privilegiados que pudieran llegar ahí y permanecer en
él, de ser necesario hasta completar sus tratamientos médicos o simplemente
para contemplar la belleza de la laguna de los siete colores.
Se trata
de una obra que no posee mayor valor histórico que aquel que le otorgó su
escala (un emplazamiento de más de 80 hectáreas donde se encuentran 625 cuartos
de hotel, dos albercas, restaurante, una capilla, un centro de convenciones, un
pabellón de eventos sociales, etc.) y su célebre antecedente político que lo
gestó y lo puso en estado de coma: haber sido planeado y mandado a construir durante
los años 1993-1999 por el ex gobernador del estado, el ingeniero Mario
Villanueva Madrid, personaje ilustre del poder político mexicano vinculado al
narcotráfico, y el lavado de dinero, hoy preso.
Motivo de
pleitos legales sobre la propiedad del inmueble y sobre todo, de esa extensión
territorial, El hotel club Las Velas sigue causando controversia a pesar de que
sus mejores años ya pasaron. Ejidatarios y un grupo de inversionistas
regiomontanos se disputan hasta la fecha, la pertenencia que difícilmente puede
visitarse y que se encuentra saqueada, casi en ruinas. Testigo preciso de la
estética sui géneris, que sólo la opacidad y la impunidad pueden generar, algo hay
de belleza en este vacío que, según las buenas intenciones de unos y otros, de
retomarse la obra y concluirse, detonaría el turismo y la economía local. La
promesa es la misma, el método sólo cambia de personajes para adaptarse al
momento actual.
Ya veremos
en qué termina la historia. Por todo lo que hay detrás de este edificio vale la
pena citar a Rafael Moneo cuando habló en 1985 sobre La soledad de los
edificios, diciendo: “Me gusta ver cómo el edificio asume su propia condición,
vive su propia vida. De ahí que yo no crea que la arquitectura sea tan solo la
superestructura que introducimos para hablar de edificios, prefiero pensar que
la arquitectura es el aire que respiramos cuando los edificios han alcanzado su
soledad más radical".
Aquí un
recuento fotográfico con este lugar en su soledad, quizá no la más radical aún.
Texto
y Fotografía: Marcos Betanzos *
* Marcos
Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista
independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del
Consejo Editorial de la Revista
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