Encontré en Urbi Villa del Prado un muy buen ejemplo para entender el hacinamiento social: una colonia lejana, nueva, invadida por la delincuencia y completamente olvidada por el gobierno y la sociedad”.
Itzel
Martínez del Cañizo describe así un conjunto de casas que se encuentran en una
de las zonas más marginadas de Tijuana y que es habitado principalmente por
trabajadores de las maquiladoras; otro caso más de los que se conocen y nacen
sin cesar a lo largo y ancho del país, bajo la encomienda del Estado y sus
políticas para satisfacer la demanda y el derecho de una “vivienda digna”, a la
cual se accede a través de instrumentos crediticios que reiteran que lo último
que importa es la arquitectura, el urbanismo para hacer ciudad y sí, algo más
grave aún: las personas que los habitan padeciendo la nula planificación de
este tipo de soluciones convertidas en negocios millonarios.
Ese es el escenario principal donde toma forma el largometraje llamado “El hogar al revés”, un film que se ha estrenado recientemente y que retrata la historia íntima de un grupo de adolescentes que llevan con algo más que valor, la heroica acción de mantener intactos sus sueños futuros en medio de un contexto con todo tipo de carencias que apenas y permite hacerse ilusiones sobre la vida. La dignidad de ellos y sus familias sacan a flote una historia que por momentos hace perder la respiración.
El retrato
es duro, es otra bofetada para discutir si la propuesta de vivienda para la
clase trabajadora de este país -que sigue vigente- debe continuar su incesante
e irresponsable inercia. Es otro llamado de atención a diversos niveles para
cuestionar cuánto tiempo más podrá soportarse el quebranto social y el
aislamiento que estos desarrollos traen consigo.
“Urbi
Villa del Prado, como todas, está ubicada en las periferias de la ciudad,
lejana de la vida urbana y su riqueza. Sus habitantes deben dedicar largas
horas del día para llegar a trabajar y regresar a casa”. Los que se quedan,
niños y jóvenes, –explica Itzel Martínez- no tienen espacios públicos
recreativos a su alrededor, los pocos parques que hay están en muy malas
condiciones y se encuentran tomados por las pandillas. De día y de noche se
siente la inseguridad en la zona: robos, asaltos, violaciones, drogas, están
latentes. Una colonia monocromática,
seca, rodeada de tierra, aburrida. “Donde las casas son silenciosas o demasiado
ruidosas con música a todo volumen, como intentando expandir el territorio
personal a través del sonido, o queriendo reventar el interior con sus
vibraciones. El calor es intenso y la sequedad presente en toda la piel”.
¿Cómo se
soporta la monotonía, la soledad y el deseo de sobresalir en un lugar como
este? “El hogar al revés” aproxima de una forma contundente a ese lado de la
realidad que tanto nos cuesta ver. Un vez más, la reflexión –como ya va siendo
costumbre- no llega desde el campo de la arquitectura, esta ocasión lo hace la
acción cinematográfica, y lo hace dejando incomprensiblemente un sentido de
optimismo que permite pensar que como personas podemos sobreponernos a todo
tipo de pruebas para cambiar nuestra historia personal, inclusive la más
adversas y las más rapaces, todas ellas y otras condiciones mucho peores que
bien ilustra el tema de la vivienda en México.
Este film es por
mucho una referencia obligada.
Aquí puede ver el tráiler:
Fotografías cortesía Itzel Martínez del Cañizo
* Marcos
Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista
independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del
Consejo Editorial de la Revista
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