Escena 1:
Se vuelve viral el video donde el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco da una
bofetada a uno de los miembros de su equipo.
Escena 2:
El mismo gobernador en un evento público hace manifiesta su “más sincera
disculpa” y permite que el agraviado le propine dos bofetadas. Antes le promete
muchos años de trabajo.
Escena 3:
Aparece la pregunta incomoda: ¿Cómo abofeteamos los arquitectos a nuestros
colaboradores?
Escena 2: El mismo gobernador en un evento público hace manifiesta su “más sincera disculpa” y permite que el agraviado le propine dos bofetadas. Antes le promete muchos años de trabajo.
Escena 3: Aparece la pregunta incomoda: ¿Cómo abofeteamos los arquitectos a nuestros colaboradores?
En días recientes pregunté si era legal que algunos despachos exigieran, una vez que te han contratado, firmar hojas en blanco con el argumento de que eso formaba parte de la política de la empresa. Lo hice ante la consulta que un amigo cercano me hacía sobre su nueva oportunidad laboral que pronto lo decepcionó. Estaba desconcertado: ¿es posible que me pidan eso, para qué lo quieren? Nunca había oído que ese tipo de prácticas se realizaran. Acababa de llegar a la Ciudad de México. Sigue buscando trabajo.
Está mal
decirlo pero ya nada sorprende. Lo del gobernador fue un “accidente incidental”
sólo porque salió a la luz, porque no hubo forma de encubrirlo y entonces
indignó de sobremanera. Queda pendiente analizar qué tan auténtica es esa
indignación que se expresa porque nadie negará que en nuestra sociedad hay
cierta adición a las demostraciones de poder por el poder: bien sabido es que
aquí se chinga a quién se puede o se deja chingar. ¿Cierto?
Entonces,
en el límite de expresar nuestra indignación porque es lo políticamente
correcto se encuentra una tarea pendiente por cumplir donde cabe cuestionar si
puede esa indignación llegar, por ejemplo al centro de cada oficina de
arquitectos de este país, simplemente para respondernos, ¿cómo abofeteamos los
arquitectos a nuestros colaboradores?
La lista
se vuelve interminable. Prácticas comunes de males ancestrales en el desempeño
de un oficio que poco parece entender sobre derechos laborales y mucho entiende
del cumplimiento -a cualquier precio- de las obligaciones dictatoriales que
ejerce el maestro al aprendiz. Acoso, trabajos sin pago, horas extras nunca
retribuidas, un ninguneo sistemático al esfuerzo individual, omisión de
créditos en colaboraciones, segregación, discriminación, maltrato, falta de
seguridad social y un gran etcétera. Todo ya normalizado para quien decida ser
arquitecto y tenga cierto apego a la sumisión heroica o simplemente, como la
gran mayoría en este país: necesidad de trabajar.
También
por eso, ya podemos comenzar a mostrar nuestra indignación y hacer algo al
respecto. ¿O aún no es tiempo?
Fotografías:
Marcos Betanzos
* Marcos
Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista
independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del
Consejo Editorial de la Revista
Excelente. Muy cierto lo que apuntas que es pan (rancio) de cada día. La concha y maña con la que actúan los malos, impreparados, improvisados e ilegales 'titulares' de muchos despachos es todo un flagelo para el gremio. El desencanto de los jóvenes arquitectos es natural. El hecho de que los contrate un supuesto despacho con tan pobre estructura administrativa y se aprovechen de la nobleza y candidez de los chavos, es algo que debe terminarse. A las omisiones que anotas podemos agregar los roles vacacionales, que según algunos deficientes 'empresarios' no existen porque "siempre hay chamba" (ellos sí se toman sus respiritos), y muy en especial los derechos de maternidad para las colegas, que tal parece los deben mendigar so pena de no merecerlos (hay una Ley Federal del Trabajo!!!) y que sean causa de terminación de contrato... si es que existe alguno. Cierto es que las actitudes de muchas personas (no todos, por suerte) que 'ponen' un despacho de arquitectura además contagian a sus colaboradores, quienes al independizarse siguen estas 'enseñanzas' como si vinieran en un libro. Triste. El esquema de capataces y hacendados como que suena a porfiriato, pero todavía no nos lo quitamos de encima. Ojalá, como bien dices, nos decidamos a hacer algo y nos superemos. Ya estuvo bueno. Gran reflexión, ¡muchas felicidades!
ResponderEliminarAlgo debemos hacer para que ese sistema de contratación sin derechos y con muchas obligaciones se transforme para bien. Sobre los arquitectos pienso que es uno de los gremios más desprotegidos en cuanto a derechos laborales y sí, en cuestión de género aún se pone más grave. Comenzamos haciendo visible el problema y motivando la defensa de esos derechos, los más elementales.
EliminarGracias por el comentario Don Alain.