De Monumentos y Memoriales
El memorial 9/11, en Nueva York, de Michael Arad. |
La palabra monumento viene del latín monumentum, y la RAE lo define en su primera acepción como “Obra pública y patente, como una estatua, una inscripción o un sepulcro, puesta en memoria de una acción heroica u otra cosa singular”.
Conocemos los monumentos desde que tenemos conciencia. El ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, algún obelisco o, es más, el Estadio Azteca si se quiere. Pero los memoriales no lo sé; requieren mayor conciencia, un mínimo de cuestionamiento y racionalización adicionales a lo que nos da la memoria más lejana posible, la de la niñez. Supongo que tiene razón Carlos Puig en su texto“La Diferencia Entre un Memorial y un Monumento” cuando define ─o precisa─ que los monumentos son a la historia lo que los memoriales a la memoria “…La creación de la memoria es el memorial, un género de obra arquitectónica que cada día cobra más relevancia, puesto que se trata de espacios abiertos a la interpretación… El producto arquitectónico de la historia es el monumento”. Justo, aunque habría que añadir (no a su texto) alguna explicación adicional al concepto de monumento en cuanto a la escala o a la masividad que reiterativamente nos identifica en el mundo debido a nuestra historia y a nuestras raíces… México es radicalmente monumental.
El Memorial del Holocausto, en Berlín, de Peter Eisenman. |
La primera vez que tuve relación ─digamos “consciente”─ con el proyecto de un memorial fue en 2005 participando en el concurso “The National AIDS Memorial Competition” para un memorial dedicado a las víctimas del sida que se construiría en el Golden Gate Park, en San Francisco, California. La experiencia adquirida en esa participación y la impecable organización del concurso (impecable alude al proceso, desde la convocatoria hasta el fallo del jurado) nos sirvió muy especialmente de gran aprendizaje por diversos motivos.
El memorial 9/11, en Nueva York, de Michael Arad. |
Volviendo a nuestro ejemplo en San Francisco, la propuesta ganadora denominada “Living Memorial” ─excelente en mi opinión─ incorporó el concepto de esperanza a partir del renacimiento de la naturaleza ulterior a una devastación ─la pandemia del sida─ representada sutilmente mediante un paisaje carbonizado por un incendio…Dicha propuesta presentó a manera de línea del tiempo la forma cómo se transformaría el “lugar-memorial” haciéndose cada año más vivo… “Con el tiempo brotarán elementos tomados de la vegetación de un bosque lleno de cicatrices del fuego para evocar un sentimiento de pérdida y renovación.”
La Estela de Luz, de Cesar Pérez Becerril, Raúl Peña y Martín Gutiérrez, en la Ciudad de México. |
De los ejemplos relativamente recientes más famosos (acaso medibles por algún número de visitas reales + virtuales, además de su significado o de su“discurso”) habría que citar entre otros el Memorial del Holocausto en Berlín, de Peter Eisenman; el memorial a los Veteranos de Vietnam en Washington, de Maya Lin, o el memorial 9/11 en Nueva York de Michael Arad. En México la Estela de Luz, de Cesar Pérez Becerril, Raúl Peña y Martín Gutiérrez, entendido como monumento al Bicentenario de nuestra Independencia que está en cierta especie de “proceso de apropiación” y que contemplaba en su diseño original una plaza y un memorial que lo dejaron incompleto, o el más reciente Memorial a las Víctimas de la Violencia, de Julio Gaeta y Luby Springal inaugurado hace poco más de un año, también en cierto proceso de apropiación ─o acaso de asimilación─ a saber también, entre varios otros.
Jorge Vázquez del Mercado* (Ciudad de México, 1964) Es arquitecto y director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur, Ciudad de México. Actualmente realiza el Doctorado en Ingeniería Ambiental en la misma Universidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario