Lo verde
Revitalización del Ex Molino de Belén por TDM + Vázquez de Mercado. |
Hemos asimilado el concepto “verde” como el ángulo sostenible de la construcción y de la arquitectura; sin embargo, tristemente relacionamos mucho más el término con el “aspecto” que con la filosofía. “Lo verde” (no como accidente filosófico del ser sino como calificativo comercial de lo ecológico) es usado generalmente por personas ajenas al mundo de la arquitectura, reduciendo la naturaleza del desarrollo sostenible (origen verdadero de lo verde) al uso de un muro o de una azotea.
Si entendemos y aceptamos el término “desarrollo sostenible” como “aquel que no compromete a las futuras generaciones” (resumidamente), nos daremos cuenta de que en realidad estamos en un ámbito que abarca a la mayoría de las disciplinas, aunque el medio ambiente sea posiblemente el indicador más significativo. Ecología, ahorro de energía, o simplemente impacto ambiental, son sólo algunos de los componentes de dicho indicador, y si bien parecen cuestiones que atañen a la ciencia o a la tecnología, resulta evidente constatar que estos temas trascienden al ámbito social y al político. Lo verde no es, entonces, algo exclusivo de la arquitectura o de la construcción, sino de…todos, digamos. Se trata de un panorama de 360 grados que se presenta mayormente en términos de espacio urbano: 50 por ciento de la población del mundo vive en ciudades y en México 50 por ciento de la población vivimos repartidos en las 55 áreas metropolitanas del País. Ya es del dominio popular que las ciudades más sostenibles son las que ofrecen una mejor calidad de vida, pero ¿A qué llamamos calidad de vida? ¿En realidad vamos en el sentido correcto? Personalmente prefiero pensarlo con esa perspectiva: ¿qué tanto necesitamos para vivir? Además de infraestructura y condiciones mínimas de seguridad ─en un ámbito más bien sociológico─, o el cambio de hábitos domésticos ─apagar más luces, separar la basura, o bañarse con la menor cantidad de agua posible─ considero que el verdadero tránsito hacia una forma de vida verde debería darse asumiendo temas de habitabilidad y de ciudad con perspectivas socialmente responsables, pero esto no se ve alcanzable al corto plazo. Se trata de un reto mayor.
En su histórico artículo (publicado en el suplemento Babelia número 100 de El País, el 22 de enero de 2011) Sir Norman Foster esboza magistralmente el futuro de la arquitectura y el espacio urbano a partir de un diagnóstico hiperrealista de lo que pasa hoy: “El reto actual es que haya más urbanización y la energía utilizada sea mucha menos y más limpia… Los barrios de las afueras son un modelo insostenible de una forma de vida consistente en continuos trayectos de coche”…y el texto ayuda a poner en orden un value justment, acaso de lo general a lo particular de algunas asignaturas ─no todas─ que definirían una posición “verde” de cara al presente. Veamos:
-Concebir edificios que utilicen menos energía, produciendo cero carbono y cero residuos, o que inclusive la generen para devolverla a todos: sin duda pero sigue siendo una inversión pagable solo por una minoría.
-Pensar en la fusión entre infraestructura y arquitectura como propuesta al futuro de la ciudad y como solución a los “mega territorios”, una propuesta y término que define Foster como la construcción entre centros: impensable sin voluntad política; la propuesta de un sistema de tren interestatal ─por ejemplo─ sonaba bien y abonaría mucho en este sentido, ¿en qué va?
-Asumir la periferia como factor de insostenibilidad por los continuos desplazamientos y consumo de gasolina, y la búsqueda de una mayor urbanización con menor consumo: en tanto se siga privilegiando al uso del automóvil en lugar del trasporte público ─dos palabras “mega-verdes”─ estaremos comprometiendo más a las generaciones futuras que en realidad deberán ser generaciones post-automóvil. En ese sentido nada ha sido más insostenible que el terrible modelo de vivienda “ciudad dormitorio” suburbana, un error imperdonable que generó una lacerante degradación social. En su libro “Distancias Caminables”, el arquitecto Enrique Espinoza ofrece una visión perfectamente sustentada y nítida para comprender un camino hacia la sostenibilidad real: La cercanía de la casa y el trabajo. ¿Porqué no hay estímulos en ese sentido? En resumen lo verde, pues, no se trata de una moda, estilo o época arquitectónica, sino de una “caída de veinte” sobre una nueva forma de vida que, desde la moderación seguramente, podría Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades. Según la definición oficial.
Museo Nacional de Zayed, diseñado por Norman Foster. |
Jorge Vázquez del Mercado* (Ciudad de México, 1964) Es arquitecto y director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur, Ciudad de México. Actualmente realiza el Doctorado en Ingeniería Ambiental en la misma Universidad.
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