Activismo, otra forma de hacer arquitectura
Las redes sociales y los blogs más consolidados de arquitectura han sido la voz cantante de las “no decisiones” (léase asignaciones, que no indecisiones) de la ciudad y su gobierno en cuanto a la falta de transparencia en los procesos de selección de sus arquitectos, los que diseñan espacio público, y eso está bien en cuanto a toma de conciencia, no es poca cosa.
Recientemente dos temas han atraído mayormente su presencia allí: el de los proyectos del CONACULTA de Consuelo Sáizar del sexenio pasado, y el de los proyectos de la delegación Miguel Hidalgo de Víctor Romo, ahora en curso.
Llama la atención agudamente que ambos casos estén
protagonizados por arquitectos probados y muy reconocidos por su obra –muchas
veces gracias a las revistas o a los medios de difusión visual arquitectónica-
que han dejado, en promedio buenas piezas de arquitectura contribuyendo al
mejoramiento arquitectónico y urbano de la ciudad en los citados
casos…Entonces, si suman, pues no está tan mal el asunto, ¿o cómo? Pero es que
debería haber oportunidades, transparencia, democracia, debería, y deberíamos…
y así hasta llegar a esta especie de novedoso terreno “fagocitable” de
arquitectos activistas y arquitectos del poder, que sirve de cultivo a su vez,
de nuevos poderes de la arquitectura buscando el devenir de la anhelada
regulación del Proyecto Público; se trata pues de una nueva señal sobre la
urgencia de dicha regulación o norma que, desde los dos casos citados arriba,
siguen abonando positivamente en el sentido de la construcción de una campo
laboral más justo, a saber.
Exploremos algunas perspectivas a manera de preguntas, disculpando la
mayéutica: “Si las dependencias de gobierno, y las delegaciones tienen
presupuesto para obras públicas, ¿por qué tan pocas contratan a buenos
arquitectos? Es relativo. ¿Qué pasa con el resto de las dependencias…y de los
buenos arquitectos? También es relativo ¿Hay algún caso ejemplar de
transparencia sin concurso? Seguramente. Ante la falta de oportunidades o de
concursos… ¿Cómo se abren paso (o debería decir nos abrimos, ya que también he
trabajado en proyectos públicos por asignación directa) los arquitectos que
consiguen esas magníficas oportunidades? ¿Trabajo llama trabajo?…Y cuando la
asignación directa se da a un arquitecto probo… ¿Debemos pensar que no está
mal? ¿Habría una tenue línea que separa cuando sí y cuando no aceptar un
encargo si es legalmente válido? ¿Podría el activismo mediático provocar ahora
un “estadio culposo” del arquitecto renombrado? Difícilmente, me temo: resulta
que los arquitectos no adquirimos tampoco mayor responsabilidad una vez que
entregamos y nos reciben los proyectos públicos que nos contratan, a saber
también. La mayor penalización será que no te vuelvan a invitar o que no te
consideren en la siguiente ocasión… débil razonamiento, con todo.
Personalmente he insistido insuficientemente en que
los proyectos públicos deben de concursarse… ¿Todos? Gradualmente, por lo
menos. Están los “Estudios de Caso” previos a los concursos arquitectónicos o
urbanos que deberían gestionarse a partir de colaboraciones entre gobierno y
universidades, pero para eso “se necesitan dos”… (¡Tanto como en las
asignaciones directas!, por cierto). Coincido en la mayoría de los textos que
he leído recientemente en este tema. La democracia queda distorsionada y en
entredicho con la formas de ser y de hacer gobierno: importa más el voto que el
votante, por decir lo menos. Pero en arquitectura la democracia se basa en
otros valores, anonimato por ejemplo, algo impensable en política. Así, la toma
de conciencia que este activismo mediático podría generar en el gobierno será
también relativa, desde mi perspectiva: “estos cuates quieren chamba nada más”
pensarán. Pero si la toma de conciencia se da en toda la sociedad primero, en
nuestro aún desarticulado gremio, y en los estudiantes de arquitectura, por
ejemplo, entonces la perspectiva cambia y la cosa se verá desde una mejor
posición.
En el blog “proyecto público – el poder de la
arquitectura o la arquitectura del poder” gestionado por ahgalvez (arq. Alejandro
Hernández Gálvez) se publican textos sobre el status quo de la arquitectura,
además de reflexiones e iniciativas de arquitectos que impulsan la
transparencia y la democracia de nuestra práctica profesional. Vale la pena
acercarse, leerlo, y usarlo inclusive, para que no digan que es cosa de unos
cuantos nada más.
Jorge Vázquez del
Mercado*
(Ciudad de México, 1964) Es arquitecto y
director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur,
Ciudad de México. Actualmente realiza el Doctorado en Ingeniería Ambiental en
la misma Universidad.
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